Hoy domingo se celebra la fiesta de la Fasika, que es la Pascua ortodoxa etíope y es la fiesta sagrada más importante para los seguidores de esta religión. Este año, sin embargo, la situación excepcional que se vive en Etiopía y en el resto del mundo hace que esta celebración no pueda ser pública y multitudinaria, que las iglesias no puedan llenarse y que las familias tengan que celebrarlo confinadas en casa. Sin embargo, es una celebración muy importante en el país y es muy interesante conocer los detalles.
Etiòpia
[Etiopía en positivo] El sonido de Etiopía
Hace unos años The Guardian publicó un artículo sobre los sonidos de Etiopía según la percepción de Jacob Kierkegaard, un músico experimental alemán. Esto me llevó a pensar en los sonidos que me remiten al país, aquellos que inevitablemente me transportan a las calles de mi infancia.
Seguramente, igual que en cualquier otra ciudad, los bocinazos, el ronquido de los motores de los coches y los gritos en hora punta son una constante que nos recuerdan que es una ciudad viva. Lo que no es tan común es oír, de vez en cuando, el ganado paciendo en medio del caos cosmopolita, el repicar de las campanas de las múltiples iglesias, que a veces iban descompasadas, o bien el particular llamamiento a los deberes religiosos de las mezquitas.
Calles de Etiopía
En cuanto al ejercicio religioso, solo puedo hablar del ortodoxo: es una comunión de sonidos rimados y melodiosos, casi hipnóticos. Los particulares instrumentos musicales tienen un gran abanico de posibilidades sónicas; a veces son de una dulzura increíble y, en otros momentos, resultan ruidosos y felices.
Canto de Yared
Puede que una de las constantes cerca de una iglesia sea la muerte, el sonido de un entierro es inolvidable. Entre los desesperados llantos de la familia y amigos y el olor a incienso, se encuentra la música. Esta vez no alegra el corazón, solo marca el ritmo al que se desplaza el ataúd, con el sonajero metalizado y el único tambor adlátere triste.
Vayas donde vayas no te libras de oír, casi en bucle, los últimos “hits” musicales y, casi inconscientemente, te encuentras cantando e intentando controlar tus extremidades que siguen el ritmo de la música en contra de tu voluntad. Puede que este sea uno de los motivos de la jovialidad y alegría de las risas de la gente del país.
Los mercados son un espectáculo para los sentidos, donde priman el color, el olor y el sonido por encima de cualquier otra cosa. Seguramente, muchos se quedan con el griterío general anunciando sus productos y el cuchicheo envolvente de los comerciantes y compradores regateando. El chirrido de los artesanos fabricando sus productos se mezcla con el de los bebés llorando, cosas pesadas cayendo y el chillido generalizado de los animales con los que se comercia.
Mercado de Kombolcha
En general, Etiopía es un país con un sonido atemporal, menos por los coches. El resto de sonidos siempre han estado allí pasando de generación a generación. Ahora se mezcla la modernidad con la tradición, en una misma ciudad puede pasar tanto un camión lleno de grano como un burro con el mismo producto. No tiene demasiada prisa en asemejarse al resto y verse arrastrada en el letargo automatizado y homogéneo de occidente.
Es uno de estos extraños países que se despierta con la salida del sol y el canto del gallo subido a lo más alto del gallinero y se va a dormir cuando la luna asoma la nariz y la hiena empieza a entonar su aterradora canción.
Bezawerk Oliver Martínez
Fotos: Haile Fàbrega
[Etiopía en positivo] El supercereal etíope, la nueva moda en occidente
Etiopía es un país gastronómicamente rico, no solo por su famosísimo café sino porque también es donde se encuentra el cereal de moda en occidente, un cereal que ha estado alimentando al pueblo etíope desde hace más de 5.000 años: el teff.
El pueblo abisinio elabora con este cereal unas grandes tortas , la llamada injera, a las cuales añade algunas sabrosas y especiadas salsas encima. Es una comida pensada para ingerir con las manos y en comunidad. Igual que pasa con el café, comer injera también es una ceremonia que vale la pena presenciar, donde prima la familia, el respeto y el hecho mismo de compartir instantes con los seres queridos.
Durante mucho tiempo, el pueblo etíope ha tenido como único alimento esta base con guisos y salsas, que podían ser de carne o verduras según la capacidad adquisitiva, la época del año y la religión de la persona.
Para los que nunca habéis probado la injera, esta resulta ser una explosión de sabores, colores diversos y ricos que no dejan a nadie indiferente. Además, si esta ha sido elaborada con teff, el contraste del sabor agrio de la base (debido a la fermentación en el proceso de elaboración) con el de las salsas resulta realmente delicioso. Asimismo, los despojos del teff se usan en la construcción de casas de paja, las famosas y arquetípicas gojo bet, que encontramos sobre todo en entornos rurales. La paja se mezcla con adobe y fango para formar una masa que sirve como cemento. Y también es alimento para el ganado.
Estas pequeñas semillas crecen a grandes altitudes y tienen un alto valor nutricional. Particularmente tienen un alto contenido de calcio, hierro y proteína. Además, el teff es un alimento sin gluten, lo que lo convierte en el paradigma alimentario de Occidente. Es por esta razón que cada vez más tiendas, en nuestras ciudades, ofrecen este producto.
Aunque la internacionalización del teff podría ser una buena noticia, no nos sorprende que esté teniendo daños colaterales. La creciente demanda de este cereal por parte de occidente ha hecho subir los precios dentro del país, un hecho que ha provocado que muchas personas etíopes no tengan acceso a él. Además, los agricultores están mal pagados por las multinacionales que están explotando los terrenos de cultivo.
Pese a que países como España estén intentando cultivar teff en tierras propias, aun no se ha encontrado una solución duradera para combatir este creciente aumento de precios. Una vez más, las multinacionales europeas nos dejan un reguero de daños colaterales, seguramente porque las leyes son laxas con ellos o directamente no existe tal regulación.
Es complicado decir que tal idea o tal otra es una solución, pero cualquier compra que se haga con conciencia y responsabilidad ayuda a avanzar hacia un remedio favorable para ambas partes.
Bezawerk Oliver
[Etiopía en positivo] Las mujeres en el gobierno etíope
En el transcurso de los últimos meses Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía, ha puesto el país en el mapa mundial. Acostumbrados a no oír más que noticias sobre hambrunas, sequías y conflictos armados, nos sorprenden con un nuevo gobierno que además de haber hecho las paces con Eritrea y liberado a los presos políticos, también ha hecho un paso gigantesco en el camino hacia la igualdad de género.
El 25 de octubre de este mismo año, Etiopía hizo historia al nombrar a Sahlework Zewede presidenta de Etiopía. Es la primera mujer en ostentar tal cargo en toda la historia del país; además, actualmente es la única presidenta en toda África. Tras saberse la noticia, Zewede afirmó que “Necesitamos construir una sociedad que rechace la opresión hacia las mujeres”.
Este sorprendente giro de los hechos se ha dado gracias a una nueva ley aprobada por el primer ministro, que reducía el número de carteras y establecía que la mitad tenían que estar ocupadas por mujeres. Así pues, hay una nueva ministra de defensa, una presidenta del supremo, una jefa de estado, etc.
En la sociedad patriarcal que rige la norma, la elección de un gobierno igualitario marca un precedente y normaliza el establecimiento de la mujer en cargos públicos. No solo es un mensaje para un país, sino también para el resto del mundo. “Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir”, dijo Zewede al jurar el cargo, consciente de que tiene parte de la opinión pública en contra por su condición de mujer.
Un gobierno donde la mujer tiene voz, es garantía de cambio. El solo hecho de estar allí es un desafío al alegato cultural de que el sitio de la mujer no está en la política. Etiopía no es el primer país en tener una mujer en la presidencia ni va a ser el último, pero es un gran paso hacia la igualdad, un mensaje para todas aquellas niñas que quieren soñar con la libertad.
Bezawerk Oliver Martínez