Tsehay: la gran pionera de la aviación etíope

El avión pionero de la aviación etíope y el símbolo de la apuesta de modernización de la Etiopia del siglo XX

Tsehay (ፀሐይ), significa “Sol” en lengua nacional de Etiopía (Amariña). Precisamente, fue el nombre con el que se llamó al primer avión construido en el país africano a principios de 1935.  Se le denominó así en honor a la princesa Tsehay, hija del emperador Haile Selassie I, que reinó de 1930 a 1974 en Etiopía.

Esta aeronave histórica fue fruto del trabajo conjunto entre el piloto alemán Herr Ludwig Weber e ingenieros etíopes de la época, que se enmarcó dentro del plan de Etiopía por modernizarse. De hecho, este equipo formado por el emperador etíope para promover el desarrollo de la aviación civil nacional había iniciado la construcción de 3 aviones. No obstante, sólo el trabajo de uno de ellos (Tsehay) se completó, y la construcción prevista de los otros 2 aviones quedó paralizada debido a la invasión de Etiopía por parte de la Italia fascista.

En este punto, conviene destacar cuatro momentos que marcaron la evolución de la aviación en Etiopía: el país africano compró su primer avión en 1929; adquirió una flota considerable de aviones en 1935 y fundó su aerolínea nacional (Ethiopian Airlines) en 1945, que actualmente vuela a 130 países de África, América, Asia y Europa.

Dicho esto, técnicamente Tsehay era un avión de doble mando, que poseía componentes estructurales esenciales, entre otras cosas: controles de vuelo; tren de aterrizaje fijo; motor radial Walter Venus de 7 cilindros refrigerado por aire y 115 caballos de fuerza; ​​hélice Schwartz; fuselaje de acero; alas hechas en gran parte de madera y el parabrisas de plástico. Tsehay realizó su primer vuelo a principios de 1935 y fue utilizado por la Fuerza Aérea Imperial Etíope para vuelos de enlace y entrenamiento hasta que la capital de Etiopía (Addis Abeba) fue ocupada, en 1936, por las tropas de la Italia fascista, que habían comenzado la invasión del país en octubre de 1935.

Como es sobradamente conocido, Etiopía, uno de los estados más antiguos de África, es el único país del continente africano que nunca fue colonizado por europeos pese a que muchos lo intentaron. Por ejemplo, fue invadida por Italia hasta en tres ocasiones para imponer el colonialismo: 1895, 1896 y 1935. En los dos primeros casos, el desenlace fue una derrota humillante del invasor y en el tercer caso, el país europeo, conocido en esta época como Italia fascista o Italia mussoliniana, logró ocupar una buena parte del país africano en 1936, tras bombardeos indiscriminados con armas químicas (gas mostaza). Esta ocupación fue efímera e Italia nunca llegó a imponer el colonialismo que soñaba en Etiopía, ya que fue expulsada del país en 1941.

Sin embargo, esta efímera ocupación dio a Italia el tiempo “suficiente” para robar diversos objetos del patrimonio histórico etíope. Por ejemplo, el primer avión que se construyó en Etiopía (Tsehay). En consecuencia, la invasión colonial de la Italia fascista y el robo del avión histórico etíope en particular, entre otras cosas, obligó a Etiopía a detener su camino hacia la modernización, el desarrollo de la aviación civil nacional e incluso, el piloto alemán Herr Ludwig Weber, junto a los ingenieros etíopes, coautor del primer avión construido en el país, abandonó el territorio etíope. Mientras, Italia se llevó el histórico avión en 1937 y lo expuso en el Museo de la Aviación de Caserta hasta 1941 y, posteriormente, en el Museo de la Fuerza Aérea Italiana en Vigne di Valle hasta 2024.

No ha sido hasta este año 2024 cuando por fin Italia ha devuelto a Etiopía, tras 90 años de negociaciones, el avión robado. Actualmente Tsehay, considerado un símbolo del país y un tesoro nacional, se encuentra expuesto en el Museo de la Victoria de Adwa en Addis Abeba.

La historia de Tsehay es muy parecida, entre otras, a la de obelisco de Aksum, un bloque esculpido de 24 metros de altura y 160 toneladas de peso, construido en el Siglo V a. C. Este monumento, fue robado también durante la efímera ocupación italiana en 1937 y, tras haberlo trasladado por partes, fue levantado en la céntrica plaza romana de Porta Capena. Finalmente, este milenario obelisco, considerado como sagrado por los etíopes, fue devuelto a Etiopía en 2005, después de casi siete décadas de arduas negociaciones entre ambos países.

Para terminar, conviene recordar que la gran paradoja existente en el plano internacional, que desconcierta y desconcertaría a cualquier persona con sentido común, es que un estado deba negociar durante décadas la restitución o devolución de sus bienes robados y saqueados durante una invasión o colonización.  Algunos se refieren a los bienes históricos robados de los territorios durante la invasión o época colonial como “botín de guerra”. En este sentido cabe destacar que los países africanos a los que se les despojó de sus bienes históricos, no buscaron la guerra, sino que se les impuso. Por lo tanto, los múltiples y diversos objetos saqueados durante la época colonial fueron literalmente robados y, en consecuencia, tienen que ser devueltos a sus legítimos dueños para hacer justicia.

Denberu Mekonnen

CEO Mekonnen & Brook Consulting