El fidel, el singular alfasilabario etíope

Viajar a Etiopía o a Eritrea es una experiencia impactante para el occidental. Entre los aspectos que llaman más la atención es el singular alfabeto que se encuentra en todas las esquinas, también llamado fidel. En realidad, se trata de un abugida, un alfasilabario donde cada consonante tiene un carácter específico para cada vocal. Por cierto, abugida y karkadé son dos de los préstamos del ge’ez que empleamos en castellano. ¿Cuál es el origen de este singular sistema de escritura? Tenemos que viajar el sur de Arabia, donde las lenguas sudarábigas como el sabeo o el mineo usaban un tipo de grafía que es considerada la madre del alfabeto etíope. Sin embargo, dado que las lenguas sudarábigas son semíticas, solo se representaban algunas vocales largas y semivocales, por lo que muchas palabras escritas se componían casi siempre de consonantes. Es algo similar a lo que ocurre cuando comenzamos a estudiar fosha (árabe estándar moderno), que al principio no sabemos cómo pronunciar muchas palabras porque no se representan las vocales. Otro rasgo distintivo de las letras sudarábigas es que son muy lineales, con trazos angulosos, propio de una escritura pensada para grandes inscripciones en piedra.

El alfabeto sudarábigo cruzó el estrecho de Bab el-Mandeb en algún momento de la primera mitad del primer milenio a.C. Fue empleado por el reino de D’mt, el primer estado conocido a caballo entre las actuales Etiopía y Eritrea, cuyo centro estaba en la ciudad de Yeha. En el siglo IV a.C., Yeha entró en crisis y surgió la cultura protoaksumita, que dio origen al reino de Aksum en el siglo I a.C.

En el siglo III a.C., el alfabeto sudarábigo empezó a emplearse en la primera lengua local de la que tenemos constancia: el ge’ez o etiópico clásico. Primero se utilizó en inscripciones, en ocasiones empleando una lengua llamada pseudo-sabeo (ge’ez trufado de palabras sabeas, del sur de Arabia). Las más célebres son las famosas inscripciones del rey Ezana (Ca. 320-360 d.C.). En ellas aún el alfabeto era consonántico, así que… ¿cómo se dio el paso al fidel que conocemos en la actualidad?

La vocalización del ge’ez se produjo en el siglo IV d.C. Sin embargo, en lugar de optar por un sistema similar al griego, en que cada consonante y cada vocal tienen grafemas diferentes, aquí se optó por un abugida. Este alfasilabario es único tanto en África como en las lenguas semíticas, pero no tanto en la India, donde es muy común. Se cree que el sistema podría haberse adoptado a partir de modelos llegados del subcontinente indio, dado el contacto marítimo comercial existente en aquella época, confirmado por las monedas aksumitas encontradas en las costas indias. La influencia del griego, lingua franca del comercio marítimo de la época, puede observarse en la adopción del fonema -p, inexistente en otras lenguas semíticas.

La cristianización del país (340 d.C.) hizo imprescindible la traducción de los textos bíblicos al ge’ez. Con los misioneros, llegaron decenas de libros griegos y siriacos que, al traducirse, enriquecieron el léxico del etiópico. Se generalizó el uso de pergamino para elaborar códices, quedando como testimonio los espectaculares Evangelios de Abba Garima, los más antiguos ilustrados que se conservan de toda la cristiandad (Ss. V-VI), los cuales cuentan con algunas páginas datadas de finales del s. IV. Al escribir en un soporte más blando, los escribas volvieron las antaño angulosas letras más y más cursivas, adoptando la forma con las que las conocemos hoy día. Mientras la caligrafía del alfabeto latino ha evolucionado tanto que el ojo de un occidental apenas puede consultar un texto medieval sin entrenamiento previo, cualquier etíope puede leer un texto medieval sin apenas esfuerzo.

El primer fidel, el ge’ez, cuenta con 26 consonantes. Teniendo en cuenta que todas adoptan un carácter por cada una de las siete vocales, tenemos 182 signos, a los que habría que sumar otros 20 de las labiovelares (202, en total). Pero no es la única lengua que emplea el fidel. El amhárico moderno lo adoptó, aunque fue necesario añadir nuevos símbolos para representar los fonemas que no existen en ge’ez: en total, 34 consonantes con sus siete vocales que dan la increíble cifra de 238 signos, a los que habría añadir otros 49 labiovelares. Junto con el amhárico, otras lenguas semíticas como el tigriña, el tigré el harari y gurage usan el fidel. También el anuak y me’en, ambas nilóticas, y el bilen, cushita, escriben en este abugida desde tiempos del Derg. Durante esa etapa se comenzó la alfabetización de la lengua oromo en fidel, pero hoy en día se ha impuesto el alfabeto latino, similar al somalí.

¿Y los números? Es común que en las lenguas semíticas cada carácter alfabético tenga a su vez un valor numérico. Sin embargo, en ge’ez se creó un sistema completamente nuevo basándose en las letras griegas, pero alterándolas y añadiendo los característicos marcadores en las partes superior e inferior. Aunque es cierto que en la actualidad los números arábigos son los habituales en el día a día, el uso del fidel goza de excelente salud, habiéndose convertido en uno de los elementos culturales de los que más orgullosos se sienten los etíopes

Mario Lozano Alonso

Profesor e historiador, especialista en la historia y la cultura etíope y la lengua ge’ez