El ayuda de cámara y el intrigante.[Etiopía en positivo]:FÁBULAS AMÁRICAS.

  • Un rey tenía un servidor al que apreciaba tanto que le nombró su ayuda de cámara. A causa de ello, los demás servidores estaban celosos y uno de ellos, el más celoso de todos, le dijo:
    El Rey ha dicho que cuando le sirves la comida, le incomodas con el mal aliento de tu boca. Por eso cuando le sirvas cúbrete la boca con el borde de tu vestido.Te digo esto porque deseo tu bien. Si se tratara de otro no le diría nada. Pero tú no digas a nadie lo que te he dicho.
    El ayuda de cámara pensó: me ha revelado mi defecto por amistad hacia mí. Y amó al compañero celoso. Éste completó su maniobra yendo a ver al Rey y diciéndole:
    Vuestra ayuda de cámara dice que vuestro aliento le incomoda, por eso cuando os sirve tuerce la boca. Si su majestad piensa que miento, obsérvelo cuando os sirva la comida.
    El Rey, impaciente por hacer la prueba, organizó un banquete y observó cómo el ayuda de cámara al servirle se cubría la boca con el borde del vestido, exactamente como le había recomendado el intrigante.
    El Rey entonces quiso castigarlo y lo envió a un lugar en el que un funcionario real custodiaba un pozo en el que arrojaban a los delincuentes:
    – Date prisa en llegar y no te pares ni de noche ni de día, le dijo al ayuda de cámara.
    Pero cuando anocheció el ayuda de cámara del Rey decidió para y pasar la noche en otro lugar.
    Después el Rey envió al intrigante para ver si se había cumplido el castigo. El intrigante, habiendo llegado junto al lugar del castigo, el funcionario que guardaba el pozo, nada más verlo aparecer, lo lanzó a su interior.
    El ayuda de cámara llegó a continuación y, al contemplar al intrigante dentro del pozo, volvió sobre sus pasos a servir al Rey, volviendo a cubrirse la boca con el borde del vestido. Preguntándole el Rey por qué hacía tal cosa, a lo que el ayuda de cámara respondió:
    – El hombre castigado en el fondo del pozo era un buen amigo y me dijo que me cubriera la boca al serviros porque mi aliento olía mal, Majestad.
    Así comprendió el Rey que el intrigante había pagado por su malicia y que el ayuda de cámara se había librado de un castigo que no merecía, pronunciando estas sabias palabras:
    No intrigues contra los demás porque ellos lo harán contra ti. No hagas complots. Deja que sean los demás quienes los hagan. Así caerán en el pozo que ellos mismos han cavado.

En mi afán por mantener viva la lengua materna de mi hija adoptiva, pude dar con un documento de Cien fábulas amháricas sacadas de un manuscrito etíope, el nº 273 de la Biblioteca Nacional de París, cuyo autor o recopilador es el Dabta Kenfé.Pertenecen a Cuadernos de la Sociedad Asiática y las obtuve de los Misioneros Combonianos de la calle Arturo Soria de Madrid.

Mi hija, que entonces (2006), tenía cuatro años, al parecer, se defendía muy bien en amariña. Según el traductor de las fábulas al francés (M. M. Moreno), una parte de las historias proceden del mundo helénico en el período de Axum, otras proceden de la India a través del Mar Rojo, e incluso las habría de inspiración europea más recientes, y también de origen persa y otros, lo que nos da una idea del país como encrucijada de gentes y de culturas. Se trata, en cualquier caso, de narraciones típicas de Abisinia, donde es importante el sentido del humor y la afición por relatos basados a menudo en juegos de palabras y dobles sentidos.

A mi entender, las fábulas reflejan muy bien el universo etíope y sus múltiples y particulares constelaciones de animales, monjes, reyes y gentes, generalmente dedicadas al trabajo en el campo o simplemente desplazándose en medio del peligro a lo largo y ancho del país. Todo ello vigente al día de hoy, salvo el hecho de que la monarquía como tal ha dado paso a una democracia en ciernes, como las privaciones de la mayoría de la población.

Por su trasfondo e interés y por su belleza intrínseca, me he decidido a traducir estos tesoros al castellano.

Alberto Pardo de Vera