Los especialistas afirman que la etimología del término “café”, coffee en inglés o kāfēi en chino, está emparentada con Kaffa, nombre de la región sudoeste de Etiopía donde se descubrió la planta la planta de la que se extraen las semillas del café en el siglo V.
Según la versión mayoritaria, el café fue descubierto fortuitamente por un pastor de Kaffa llamado Kaldi cuando observó un extraño comportamiento en sus cabras después de que estas mordisquearan las bayas del café de los arbustos. Kaldi, creyendo que estaban poseídas por el demonio, acudió a los monjes de un monasterio local, quienes comprobaron los efectos energizantes de los frutos rojos y, posteriormente, comenzaron su ingesta para permanecer despiertos durante los oficios nocturnos.
En el siglo XV el café etíope comenzó a exportarse al mundo musulmán-árabe; de este modo Etiopía se convirtió en el primer exportador de café. Desde ahí, el café etíope se expandió por el resto del mundo como café arábico.
Actualmente, Etiopía destina la mitad de su producción de café al consumo interno; en consecuencia, es uno de los países más cafeteros del mundo. En este sentido, los etíopes tienen el honor de haber sido los primeros consumidores de café del mundo, comenzando por los monjes de Kaffa. Por todo ello, el café en Etiopía es mucho más que una infusión: es una de las expresiones más características de su cultura.
La preparación de café en Etiopía, conocida como “La ceremonia del café”, es un ritual diario que reúne a familias y vecinos. Comienza cuando las mujeres anfitrionas, ataviadas con ropa tradicional, ambientan el espacio de la celebración esparciendo hierbas aromáticas y quemando incienso.
El ritual, que dura dos o tres horas, conlleva el tueste de los granos en una sartén especial, su molido a mano en un mortero y su preparación en una cafetera tradicional. Posteriormente, el café preparado se sirve en tacitas en tres rondas: la primera se ofrece a las personas mayores y a los huéspedes, las otras a los demás invitados. Durante la ceremonia de café, se ofrece a los asistentes también palomitas, garbanzos y cebadas tostadas, pan y bebida tradicional.
Desde el punto de vista económico, el café es el segundo producto más comercializado en el mundo, después del petróleo y mueve anualmente unos 165 mil millones de euros. Esto podría hacer pensar que Etiopía podría enriquecerse con el negocio millonario de café. Sin embargo, la realidad es otra debido a que el 90% de los beneficios del comercio internacional del café no provienen de la exportación en granos, sino de su comercialización, tostado y envasado.
Del proceso industrial que transforma los granos de café en productos acabados se encargan los países industrializados, que ni siquiera cultivan café. Por lo tanto, los países cultivadores de café solo obtienen el 10% de los beneficios totales del gran negocio del café.
Etiopía tiene un gran potencial de cara al futuro del negocio del café procesado. En consecuencia, ofrece oportunidades de negocio a las empresas del sector que deseen trabajar con Etiopía.
Denberu Mekonen
Autor de Rumbo a Etiopía y socio fundador de Mekonnen & Brook Consulting.