[Etiopía en positivo] Abiy Ahmed Alí, Premio Nobel de la Paz

El viernes 11 de octubre del 2019 se anunció que el Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed Alí, había sido galardonado con el premio Nobel de la Paz. El motivo por el que el jurado decidió otorgar el laurel a Ahmed fue su crucial papel en la promoción y reconciliación con el gobierno eritreo, acuerdo de paz que firmaron el propio laureado e Isaias Afewerki.

Para contextualizar un poco la importancia del gesto, tenemos que saber de dónde viene el conflicto. Después de la Segunda Guerra Mundial, el emperador Haile Selassie anexó Eritrea a Etiopía y, unos años más tarde, suspendió la autonomía del territorio al ver que se estaban creando grupos disidentes que luchaban por la independencia del territorio. Así fue como empezó una guerra que duró más de 30 años; donde perdieron la vida muchos soldados y civiles de los dos bandos.

Mientras en Etiopía se iban sucediendo los gobiernos, mayoritariamente por la fuerza, el régimen eritreo ha sido controlado por Isaias Afewerki desde hace 28 años y a día de hoy sigue ocupando los últimos lugares de libertades civiles y de prensa según el ranking de Human Rights Watch.

En 1998 el conflicto se volvió a avivar cuando, por una disputa fronteriza que nunca se había llegado a resolver, Eritrea intentó invadir Etiopía. Fueron dos años muy duros donde mucha gente perdió la vida, sobretodo jóvenes. La fuerza militar de Eritrea superó a la etíope y el tribunal de La Haya dio la razón a Eritrea con la disputa territorial, mayoritariamente, pero Etiopía no aceptó la derrota y el conflicto continuó.

La guerra de 1998 fue el motivo por el que en el año 2000 se firmó un acuerdo de paz en la ciudad de Argel, entre los dos territorios que nunca se llegó a llevar a cabo.

Ahora, finalmente, las relaciones entre los dos países poco a poco van mejorando; tanto a nivel diplomático como comercial y socialmente. Una paz que el nuevo, flamante y progresista Primer Ministro etíope impulsó en sus primeros meses de mandato.

Fuente: El País / Autor: IKSA NEGERI (REUTERS)

Mientras los partidarios del PM celebran su victoria como si fuera propia, otros se muestran escépticos, puesto que el conflicto con Eritrea no era ni es el único desafío del joven mandatario. ¿Pero de dónde viene este político?

Abiy Ahmed es miembro del Frente Popular Revolucionario Democrático de Etiopía, partido que nació en los años ochenta con un claro sesgo hacia una ideología marxista-leninista, y llevan gobernando desde más o menos el año 1991. Es en realidad una coalición de 4 partidos que suman 502 bancas de las 547 que hay en el parlamento etíope. Además, es el sucesor no democrático (o que no ha salido a las urnas) del anterior presidente Hailemariam Desalegn, causante de miles de muertes y encarcelamientos por motivos políticos e ideológicos entre los años 2016 y 2018.

Los primeros gestos de Ahmed fueron para reparar lo que sus antecesores habían hecho mal; la paz con Eritrea, liberar prisioneros, instaurar la libertad de prensa. Aún estas mejoras, mientras una parte de la sociedad etíope celebra el laurel de la Paz del Primer Ministro, la otra parte permanece escéptica debido al resto de frentes abiertos que tiene el gobierno etíope.

La BBC hace un análisis sobre el mandato de Ahmed y los desafíos y logros de este último año. En él se constata que mientras que la resolución al conflicto entre Etiopía y Eritrea y la reapertura de las fronteras al principio fue toda euforia y novedad, ahora algunos grupos étnicos etíopes, como los tigray, protestan por este mismo motivo; de hecho, el grupo político Frente de Liberación Popular de Tigray tiene una relación muy tensa con sus vecinos eritreos y se muestra hostil al cambio. Esta compleja situación ha impedido que el ejército etíope abandonase las bases militares que tienen en las fronteras de los dos territorios. Además, también se culpa al presidente de Eritrea de ser cerrado y no abrirse al cambio.

Aunque desde que el Primer Ministro empezó a liderar Etiopía ha habido grandes e importantes cambios –como por ejemplo el parlamento paritario, el fin de un estado de excepcionalidad, que parecía prolongarse más de la cuenta, el hecho de permitir la existencia de más partidos que el suyo o bien convocar elecciones para el año 2020–, se sigue acusando a Abiy Ahmed de concentrar demasiados poderes y hacer de la política etíope un “show de un solo hombre”.

Otro frente abierto es el de los graves conflictos étnicos que asedian el país. Con las reformas que se hicieron en 2018 en pos de las libertades de las personas, muchas de las que se habían ido al extranjero por los conflictos de los años 2016-2018 volvieron a unos territorios que no estaban preparados para recibirlos, denuncia que les puso Refugees International el mismo año. No solo estas personas se vieron afectadas, sino que el conflicto étnico se extiende a lo largo y ancho del territorio y se va agravando poco a poco.

Finalmente, espero que el galardón que ha recibido Ahmed sirva no solo para reconocer su papel en la resolución del conflicto con Eritrea sino también para alentarlo a que siga cambiando el país y, poco a poco, mejorar la vida de la gente.

 

Bezawerk Oliver Martínez