La genética, un ambiente estimulante y una nutrición adecuada son factores fundamentales para los aprendizajes escolares. La importancia de una nutrición adecuada empieza antes de nacer, con la nutrición de la madre. Las deficiencias nutricionales que durante el embarazo tienen mayor potencial para causar efectos adversos en los aprendizajes escolares son un inadecuado aporte de proteínas, así como una deficiente aportación de hierro y de yodo.
Estas carencias provocan dificultades en la coordinación visomotora y en la motricidad fina en general, así como pobreza de vocabulario, problemas de lectura, un umbral de atención bajo, trastornos conductuales, etc.
La desnutrición ocurrida en los primeros años de vida tiene un efecto mayor que la ocurrida a edades más adelantadas, ya que puede ocasionar alteraciones que pueden ser permanentes e irreversibles. Entre estas alteraciones se encuentran valores bajos en las pruebas de lenguaje, en las perceptuales y de razonamiento abstracto, así como pobreza de memoria, labilidad emocional y falta de motivación.
La malnutrición pre y postnatal son, pues, factores de riesgo y predictores de bajo rendimiento escolar, por lo que es importante que las familias adoptivas cuyos niños procedan de zonas con malnutrición crónica, como es el caso de Etiopía, lo tengan en cuenta para llevar a cabo acciones de detección y prevención lo más temprana posibles, ya que una vez incorporados a sus nuevas familias, estos niños también se incorporan a una sociedad con altas demandas en los aprendizajes escolares.
Mayo 2013
La dieta etíope está compuesta principalmente por cereales (maíz, sorgo, teff), cultivos de raíces y tubérculos (ensete, patatas, batatas), legumbres y semillas oleaginosas.
A pesar de la abundante población ganadera, el suministro alimentario procedente de productos pecuarios es muy limitado, especialmente en las áreas rurales, si exceptuamos las zonas nómadas donde la leche es uno de los componentes principales de la dieta.
Más de la mitad de los menores de cinco años y más de la cuarta parte de las mujeres en Etiopía son anémicos, siendo la causa principal la carencia de hierro debida al bajo consumo de alimentos de origen animal.
La carencia de yodo tiene aún una prevalencia elevada, en particular en las zonas montañosas del país. En 2005 sólo el 20% de los hogares consumía sal adecuadamente yodada.
La carencia de vitamina A es un grave problema de salud pública que afecta a los niños pequeños y a sus madres, llegando a alcanzar niveles alarmantes en Amhara y Tigray.
El consumo de calorías por día en Etiopía es de 1.667, menos de la mitad de las calorías que consumimos en los países desarrollados.
Todas estas circunstancias se consideran como factores de riesgo en cuanto a los aprendizaje escolares, ya que si un niño llega a la edad escolar después de haber sufrido desnutrición crónica en sus primeros años, así como retardo en el crecimiento y atraso en su desarrollo cognoscitivo, es probable que su rendimiento escolar se vea afectado negativamente en alguna forma e intensidad.
Las alteraciones estructurales en el cerebro dependen de la duración y de la intensidad de la privación nutricional, así como también del estadio en el que se encuentre el cerebro en ese momento. El período de máximo crecimiento cerebral es el que ofrece mayor vulnerabilidad. Los dos primeros años de vida son los más clave en este sentido.
Las posibilidades de revertir estos condicionantes adversos dependen en gran medida de las interacciones mutuas de varios factores, entre los cuales son fundamentales un diagnóstico precoz, una rehabilitación apropiada y de calidad por medio de programas que estimulen las funciones cognitivas deficitarias y un soporte psicosocial y afectivo adecuado, tanto por parte de las mismas familias como de la comunidad educativa.
Margarita Muñiz Aguilar
Instituto Familia y Adopción