Quince años después del inicio de las adopciones internacionales en España, muchos niños y niñas están llegando a la adolescencia y a la juventud y empiezan a preguntarse por su país y su cultura de origen.
Es importante que esta búsqueda no se haga de cualquier manera, sino mediante una preparación previa. ¿Cuál será su reacción ante una realidad que les resulta ajena? ¿Cómo vivirán el hecho de que, quizás, no se sienta ni de aquí ni de allí? Como familias adoptivas nos tenemos que plantear estas cuestiones y prepararnos también si queremos acompañarles en este proceso de una manera adecuada.
Asha Miró, lo expresa muy claramente en su libro “La hija del Ganges”, donde cuenta las experiencias que vivió en su viaje de retorno a India, país donde nació: “Veo infinidad de ojos que se clavan en mi… En Barcelona soy diferente por el color de la piel, por el pelo, las facciones… aquí me miran perplejos… no acabo de encajar… tus rasgos se han occidentalizado… no caminas como una mujer india, no miras como una mujer india, no gesticulas ni te mueves como una mujer india… no esperaba esa respuesta para nada… supongo que soy yo misma quien tiene que ir encontrando su sitiio y tal vez admitir que no soy de ningún lugar y sí un poco de todas partes…”
Búsqueda de las raíces culturales
Junio 2012
No siempre hay unanimidad entre las familias adoptivas sobre la necesidad o no de mantener vivas las raíces culturales de sus hijos. ¿Deben los niños aprender amárico o mandarín? ¿Es importante que coman platos típicos de su países de origen y aprendan su historia? O ¿Es mejor que el niño se olvide del pasado para integrarse plenamente en el presente y sentirse cien por cien español?
En España, dado lo reciente del fenómeno, no tenemos muestras suficientes de adultos adoptados para conocer sus experiencias, por eso es importante mirar hacia otros países con más años de experiencia con la adopción internacional, donde muchos niños adoptados de países en vías de desarrollo ya son adultos. Hoy nos cuentan sus experiencias para ayudarnos a conocer por qué y cómo necesitan comprender sus orígenes culturales.
Hannah Wozene Kvam nació en Etiopía, pero creció en Noruega con su familia adoptiva. En 2001 su relato personal fue publicado en un libro titulado “Negro sobre Blanco”, junto con las experiencias de otras trece personas de color como ella, que habían crecido en este país nórdico. Escuchemos sus palabras:
“Muchos creen que para ser aceptado en una sociedad es suficiente estar integrado cultural y lingüísticamente. Esto es erróneo. Durante 19 años de mi vida he sido tan noruega que he olvidado lo mío para satisfacer a otros. Durante 19 años he vivido en una sociedad blanca y homogénea como la dulce Hoa Hottentot (su nombre noruego)… Durante los últimos nueve años he descubierto quién soy en realidad – una mujer Etíope-Noruega orgullosa, con derecho a definirme a mi misma. Hannah “la negra” está muerta y enterrada para siempre.”
La historia de Hannah es parecida a la de otras muchas personas de color, adultos, que fueron adoptados hace décadas por familias en diversos países del occidente – USA, Inglaterra, Holanda, Francia y otros – y que han crecido como miembros de razas minoritarias en su país. Desde España, donde los primeros hijos del boom de la adopción internacional están llegando a la adolescencia, estas historias cobran especial relevancia.
Como niña, Hannah vivía en una burbuja, dentro de su familia noruega, rodeada de sus amigos de la infancia. Como adulta, descubrió un mundo negro dentro de su propio país. “Conocí personas con una historia parecida a la mía y pude hablar de mis experiencias en voz alta sin que nadie me acusara de ser demasiado sensible.” Decidió viajar a su país natal para encontrarse con sus raíces y le impactó no solo la cultura y los monumentos históricos, sino también el momento de entrar en una iglesia y ver ángeles negros. “Lloré. Eran tan increíblemente bellos. Puede parecer una banalidad, pero fue bueno ver que los ángeles eran negros.”
Parece que este viaje a Etiopía le ayudó a Hannah a consolidar lo que los expertos llaman su “identidad étnica”, que es su manera de interpretar y verse como persona de color en su sociedad.
El antropólogo noruego Anund Brottveit ha estudiado a los jóvenes y adultos nacidos en otros países y criados en Noruega, e identifica 3 identidades étnicas diferentes: uni-étnica, doble étnica y cosmopolita. Según Brottveit, cada identidad puede ser lo que los expertos llaman “segura” o “insegura”. Trasladando sus resultados a nuestros hijos en España, las tres identidades se podrían concebir así:
Identidad Uni-Étnica
– Segura: “Soy Español y me gusta.”
– Insegura: “Soy Español pero me siento incómodo porque parezco diferente y la gente siempre me está preguntando/haciendo comentarios…”
Identidad Doble-Étnica
– Segura: “Soy tanto de allí como de aquí y estoy orgulloso de mis dos orígenes.”
– Insegura: “Odio España y quiero saber todo sobre mi país de origen. Es allí donde pertenezo.”
Identidad Cosmopolita
– Segura: “Soy ciudadano del mundo – y me gusta.”
– Insegura: “¿De dónde soy? No pertenezco ni aquí ni allí. Estoy perdido.”
Como buen antropólogo Brottveit no destaca una clase de identidad como mejor que otra. Sin embargo, desde la psicología sí podemos encontrar pruebas de la importancia que tiene para nuestros hijos, desarrollar una identidad que incluye todas sus raíces sin excluir ninguna, sobre todo las que vienen de su país de origen. Es decir, les conviene desarrollar como mínimo una identidad doble-étnica (segura, por supuesto), pero aún mejor es sentirte ciudadano no sólo de su país y de su país de origen pero también del mundo.
“¿Y tú, de dónde eres?” es una pregunta que nuestros hijos van a escuchar durante el resto de sus vidas. Y poder hablar con autoridad sobre sus orígenes les va a otorgar una sensación de control y poder sobre sus vidas: “Sé quién soy y de dónde vengo… Y yo sé mejor que tú lo que significa ser de Etiopía o de China o de Colombia.”
Para fomentar una identidad étnica sana en nuestros hijos, se necesita muchísimo más que clases de idiomas, fiestas tradicionales o decoraciones “étnicas” en casa. Necesitan saber lo que significa ser de donde son. Esto es lo que buscaba Hannah cuando fue a Etiopía. Y es lo que buscan otros muchos cuando visitan sus países de origen. Buscan modelos – como Hannah buscaba a los ángeles en la iglesia – de personas como ellos, que comparten su piel, sus ojos, su pelo. Buscan conocimientos, costumbres, cocina, música, historia. Quieren y necesitan dar vida a sus pasados para saber quiénes son hoy, quizás para poder decir sin reparos a los demás, quiénes son.
Como padres, lo mejor que podemos hacer para apoyar a nuestros hijos es informarnos todo lo posible sobre las necesidades que tienen nuestros hijos de conocer sus orígenes, sean biológicos o culturales. Una vez más, recomiendo el libro de Jaime Ledesma “Mediación Familiar en Búsqueda de Orígenes”.
Fuentes:
– Brottveit Anund. “I didn’t Want to Look Different – Identity Development, External Categorisation, and Ethnic Identity of Adoptees from Columbia and Korea”, Oslo: Diaconia College Center, 1999.
– Gullestad Marianne. Fighting for a sustainable self-image, The Role of Descent in Individualized Identification. 2003.
– “Outsiders Within – Writings on Transracial Adoptions.” Jane Jeong Trenka, Julia Chinyere Oparah y Sun Yung Shin. Southend Press, Cambridge Massachusets. 2006.
Brenda Padilla
Instituto Familia y Adopción